viernes, 6 de diciembre de 2013

Encefalitis

Cuando hablamos de encefalitis hablamos de una irritación e inflamación del cerebro, casi siempre debido a infecciones aunque de todas formas, se trata de una enfermedad poco común. 

Suele presentarse casi siempre en el primer año de vida y va disminuyendo con la edad. Las personas muy jóvenes y los ancianos son más propensos que esta enfermedad se agrave.

La causa más común es una infección viral. 

La encefalitis causada por el virus del herpes simple es la causa principal de los casos más severos en todas las edades, incluyendo los recién nacidos.

Virus como el sarampión, las paperas, la rabia o la varicela entre otros para los cuales ahora tenemos vacuna, pueden causar encefalitis.

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El virus causa inflamación del tejido cerebral. En este tejido se produce un edema cerebral, lo cual puede destruir neuronas, provocar hemorragia intracerebral) y daño cerebral.

Otras causas de encefalitis pueden abarcar:

- Una reacción alérgica a vacunas

- Enfermedad autoimmune

- Bacterias como la sífilis y tuberculosis

- Parásitos como los nemátodos en pacientes con SIDA y otras personas que tengan un sistema inmunitario debilitado

- Efectos del cáncer

La encefalitis genera fiebre, afectación meníngea con rigidez, alteraciones de la conciencia, hemiparesia, convulsiones, alteraciones del lenguaje y afasia, movimientos anormales, alteraciones sensoriales, visuales o audtivas y diabetes insípida.

Todo esto es debido a lesiones focales o difusas de la sustancia gris o sustancia blanca del sistema nervioso central. Una de las pruebas que hay que realizar es la punción lumbar, ya que se analiza el líquido cefalorraquídeo.

La evolución de la encefalitis transcurre al cabo de pocos días a algunas semanas, con una mortalidad variable dependiente del agente vírico causal, desde el 5% al 20%. En la quinta parte de los pacientes aparecen diversas secuelas, como deterioro mental, cambios en la personalidad o alteraciones de los movimientos.

Los objetivos del tratamiento son brindarle al paciente cuidados complementarios (reposo, nutrición, líquidos) para ayudarle al cuerpo a combatir la infección, y aliviar los síntomas. A las personas con estados de confusión o delirio les puede servir la reorientación y el apoyo emocional.

Si la función cerebral resulta gravemente afectada, se pueden requerir intervenciones como la fisioterapia o la terapia del lenguaje, después de que la enfermedad esté controlada.

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