La
insuficiencia respiratoria puede ser aguda o crónica. La forma aguda se
instaura de una forma brusca y ocurre en el seno de distintas patologías, como
en el transcurso de una neumonía o de un ataque de asma (de las cuales ya
hablamos anteriormente), en las que se ve alterada la oxigenación de la sangre,
o en el transcurso de otras enfermedades en las que lo que se altera es la
ventilación pulmonar, como puede ocurrir en la poliomielitis o en enfermedades
del sistema nervioso central. La forma crónica ocurre fundamentalmente en la
enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) en la que existe una elevación mantenida del
dióxido de carbono.
Esta enfermedad es diagnosticada
a través de la realización de una gasometría arterial, esta prueba consiste en la medición de la cantidad de oxígeno y de dióxido de carbono presente en la sangre. Se realiza mediante la punción de una arteria y la extracción de sangre de la misma. En la imagen de abajo se ilustra lo que acabamos de explicar.
Signos y síntomas
Las manifestaciones clínicas de este
trastorno son la cianosis periférica, debida a la escasa oxigenación de la
sangre; la presencia de taquipnea o frecuencia respiratoria acelerada; el
tiraje intercostal y la presencia de disnea o episodios de apnea. Además pueden
existir síntomas nerviosos, cardiovasculares y de tipo digestivo, entre otros.
Tratamiento
El tratamiento consiste en suministrar oxígeno al paciente así como en solucionar el trastorno que provoca la oxigenación deficiente, como el tratamiento con antibióticos de una neumonía.
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