El asma afecta tanto a
mujeres como a hombres de todas las edades y grupos étnicos y de los distintos
niveles socioeconómicos, aunque es más frecuente, por causas que todavía se
desconocen, en zonas urbanas deprimidas económicamente, en climas fríos y en
países industrializados.
El ataque asmático
El ataque asmático se produce cuando los bronquios y
bronquiolos se inflaman, reduciendo el espacio por el que el aire pasa hasta
llegar a los pulmones.
La inflamación de las
vías respiratorias comienza cuando una sustancia irritante, por ejemplo el humo
de un cigarrillo, se pone en contacto con la pared de las vías respiratorias.
Esta sustancia desencadena la activación del sistema inmunológico del organismo
que envía unas células especializadas, llamadas mastocitos, a la zona que sufre
la irritación. Estas células liberan histamina, lo que origina una inflamación
localizada y una vasodilatación. Todo este proceso se conoce con el nombre de
respuesta inflamatoria. La histamina puede causar un broncoespasmo, lo que
provoca una dificultad mayor al paso del aire por las vías respiratorias.
Asimismo, se favorece la producción de moco que obstruye aun más las vías, lo
que origina ataques de tos y disnea.
Una crisis típica empieza
con tos, estornudos, y respiración entrecortada, aunque ciertos individuos sólo
desarrollan una tos seca. Incluso sin tratamiento, el ataque suele ceder en
unas pocas horas; la tos se hace más húmeda y se empieza a expectorar grandes
cantidades de moco. Las crisis pueden repetirse en horas o días, o permanecer
ausentes durante meses o incluso años. La frecuencia y gravedad de los síntomas asmáticos varía mucho de una
persona a otra; en algunos niños con asma los ataques desaparecen al alcanzar
la edad adulta.
Causas
Muchos ataques asmáticos se deben a una hiperreactividad de las vías respiratorias que se produce cuando bronquios y bronquiolos entran en contacto con diversos agentes medioambientales o estímulos fisiológicos.
El ataque de asma se debe, generalmente, a la inhalación de partículas muy pequeñas que transportadas con el aire entran en contacto con los pulmones. Muchas veces se trata de alergénos de procedencia natural como el polen, el polvo o pelos y restos de piel de animales que producen una respuesta exagerada del sistema inmune.
Las crisis asmáticas se
pueden tratar o prevenir con varios fármacos. El tratamiento habitual es la
inhalación de preparados broncodilatadores, como salmeterol o terbutalina, que
proporcionan alivio en pocos minutos. Las crisis graves que no responden a
estos preparados específicos suelen precisar tratamiento con corticoides.
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